EFECTOS COLATERALES DEL DÉFICIT FISCAL EN EL PERÚ

El Gobierno del Perú, en el año 2023 registró un déficit fiscal del 2.8 % del PBI, incumpliendo con las metas fiscales de dicho ejercicio anual, situación opuesta a la presentada en el año 2022 que fue del 1,6 % del PBI, explicable por la caída de los ingresos corrientes del Gobierno Central, constituido por el Impuesto a la Renta e Impuesto General a las Ventas, que corrieron en paralelo con la recesión económica del año 2023, traducida en una disminución de 0.55% del PBI.

Comportamiento que, principalmente, obedece a un retroceso de la inversión privada en el año 2022, que fue de – 0.3%, a lo que cabe agregar los conflictos sociales de inicios del año, el ciclón Yaku y factores climatológicos. Con una disminución de la inversión privada de – 7.3% en el año 2023, se podría asumir que, en el año 2024, las perspectivas económicas no serían favorables, aun cuando destacados economistas y entidades bancarias. pronostican un crecimiento entre el 2% y 3% del PBI para el año 2024.

Sin mediar el descrito entorno económico, con fecha 06 de diciembre de 2023, se publicó la ley 31953, Ley del Presupuesto del Sector Público para el Año Fiscal 2024, por un monto de S/ 240,806 millones, cuantificando un crecimiento del 12.1% en relación al año 2023 y significando el 22.4% del PBI. Es decir, teniendo un panorama no tan claro en cuanto al crecimiento económico del país, se postula una mayor recaudación fiscal para el año 2024, asumiéndose el riesgo de un mayor incremento del déficit fiscal para el presente año, que tendría que ser financiado con mayores préstamos y/o mayores impuestos.

El efecto perverso de aumentarse el déficit fiscal al culminar el año 2024, no solo abarca el aspecto del costo financiero por el pago de una mayor tasa de interés para el país, como también en  la disminución de la demanda por  la reducción del ingreso de la población, provocada por un aumento de los impuestos, que de por sí ya es significativo, en la recuperación del crecimiento económico del país; sino que las autoridades no están percibiendo que un ascendente  déficit fiscal por  dos años consecutivos, emite señales de un mal manejo de la Hacienda Pública, que  repercute  adversamente en la confianza de los inversionistas,  no contribuyendo a crear un mínimo clima favorable para la inversión privada en el país, cuyo deterioro es notorio.

Como bien lo señala Henry Hazlitt en su libro La economía en Una Lección, cuando se adopta una decisión económica o se proyecte/emite una ley, no solo se debe tener en cuenta el corto plazo y su impacto en un supuesto sector beneficiado, sino debe considerarse el impacto en el mediano y largo plazo y su efecto en todos los sectores de la economía. En el caso concreto de decidir un incremento del 12.1% del Presupuesto Público, con la probable intención política de relanzar la economía, a través de aumentar el consumo e inversión pública, a costa de un mayor incremento   del déficit fiscal, no se está considerando el impacto negativo en las inversiones y en el crecimiento económico del país en el mediano plazo.

La reciente historia de la economía argentina corrobora esta argumentación, cuyo creciente déficit se financiaba con nuevos préstamos, impuestos, controles de precios y mayores emisiones monetarias, que propiciaba el continuo incremento de precios y su estancamiento económico, perjudicando a los supuestos beneficiarios de estas medidas. En el Perú, si bien no estamos en la crítica situación de la economía argentina, la política fiscal adoptada está siguiendo esa misma dirección, que debe virar hacia un equilibrio fiscal, que conjuntamente con el manejo de la política monetario, ha sido uno de los principales fundamentos económicos en que ha descansado nuestra economía.

En tal sentido, corresponde al gobierno adoptar acciones en materia de gasto público, para reducir el déficit fiscal y evitar ingresar al dañino circulo déficit fiscal – menores inversiones – caída del producto – mayor déficit fiscal, que a la larga perjudicaría a la población.